martes, 9 de noviembre de 2010

La apología del error.

Gustavo Correa es coreógrafo y antropólogo. En todos sus trabajos se destacó por unir áreas de interés aparentemente distanciadas o por conjugar tópicos supuestamente irreconciliables. En su tesis de doctorado investigó el fetichismo que producen las pantimedias y la infiltración bolchevique, habiéndose licenciado con un estudio sobre cómo la dispersión del mono mirikiná influye en la decisión de aborto en adolescentes asiáticas.
Esta búsqueda inepta terminó en un visible fracaso e inmediatamente se abocó a producir literatura de autoayuda mezclando en una batidora retórica la cultura New Age, un poco de budismo, algo de chamanes mexicanos y marketing del berreta. Así publicó su primer Best Seller: “La apología del error”. Este compendio de moralejas sin cuento se basa en una realidad simple y evidente: somos imperfectos. Cualquier psicólogo de barrio nos ayudaría a resolver las situaciones incómodas o a aceptarlas, mientras que Correa va más allá y a través de su obra nos invita a celebrarlas.
“En la vida no hay ensayos”, comienza el prólogo, “el mundo es un escenario, donde uno tiene que interpretar un rol que desconoce, con actores que tampoco saben el sentido de la obra y la improvisación es el único recurso que tenemos”. Con estas palabras justifica de antemano cualquier desacierto y cubre todas las faltas de inocente ignorancia. Así cautiva a sus seguidores con una liberadora sensación de estupidez congénita que los exime de toda responsabilidad sobre sus actos.
“Muy al contrario de lo que sucede en la vida animal, entre los humanos, es el imbécil quien mejor se adapta y sobrevive. El idiota se deja llevar, se deslumbra con una linterna y su vida se hace tan liviana, tan grácil, tan espontánea, que va hacia la muerte en autopista. Pero aquel que se resiste, que pregunta, que cuestiona, que se obstina en cambiar al mundo, ese termina encerrado en sí mismo o en un manicomio, que es lo mismo ”.
Hoy, mientras colamos el aguita del yogur, pensemos en Correa y mandémoslo a la puta que lo parió.

2 comentarios:

  1. seguramente el libro de correa estará lleno de errores ortográficos gramaticalmente justificados por su propia apología del error.
    habitualmente a los seres humanos se nos suele confundir "correa" con "diarrea", pero este es sólo un error de evacuación.

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  2. A veces uno también confunde Gustavo con Gonzalo...

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