jueves, 24 de febrero de 2011

Pura espuma

El laboratorio de la Universidad de Cumbuco, Brasil, fue el escenario de una de las investigaciones más ambiciosas de la ciencia desarrollando una serie de experimentos que demostraron la presencia de organismos inteligentes en algunos jabones para lavar ropa.
Es de conocimiento popular la existencia de los Grambys, pero hasta ahora se sospechaba que sólo se trataba de un artilugio publicitario que conquistaba consumidores fantasiosos, aunque una rigurosa observación científica reveló una realidad, aún mucho más sorprendente que la de los Sea Monkeys.
En el laboratorio se logró reproducir el ambiente de un lavarropas y se arrojaron distintas marcas de jabones en un recipiente, pero sólo algunas crearon las condiciones necesarias para la generación espontánea de entes que, dotados de cierto raciocinio, respondían de formas distintas a diversos estímulos. Se observó que fagocitan partículas de suciedad y lo hacen con una ferocidad que parecen regular: tienden a mostrarse más excitados por el Ketchup y el café, que por la salsa de fideos o la tinta lavable.
Además, se pudo constatar una incipiente organización social que los divide en clases. Los Grambys azules son quienes poseen el mayor grado de dominación y a veces someten a los Grambys rojos a trabajos denigrantes, como son la limpieza de las medias después de jugar al fútbol o la musculosa del gimnasio en días de 40 grados. En muchas ocasiones los Grambys rojos se rebelan y se atrincheran tomando posesión de alguna que otra remera blanca, amenazando con desteñirla, pero estos son rápidamente reprimidos por los azules quienes les lanzan Suavizante para dispersar la situación.
“En este microambiente se repite la máxima marxista: La historia es una historia de lucha de clases”. Con esta frase comenzó su libro “Los Grambys y la excitación sexual que provoca Mr. Músculo en las burguesas” el sociólogo francés Chris Croisan, quien intenta transpolar los resultados de laboratorio a la actualidad social y darle una visión científica a su incansable discurso de izquierda.
George Lemausapant, un coterráneo, aprovechó para criticarlo y aparte de decirle que tiene un nombre ridículo, agregó: “La historia es una historia de lucha de clases, lo que no quiere decir que sea la naturaleza del hombre, ni su única posibilidad”.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Los taxistas y los chinos.

El pasajero desprevenido puede pensar que todos los objetos que se encuentran dispuestos en la cabina de un taxista son sólo fruto de una aberración en el sentido de la estética o una malformación en la capacidad de asociar bártulos con cierta coherencia visual. Este inocente viajero desconoce que detrás de cada pieza se esconden miles de años de una sabiduría ancestral: el Feng Shui.
Algunos de los secretos revelados relatan lo siguiente: Una cinta con los colores de Boca Juniors enroscada en la palanca de cambio brinda al conductor paz interior, una esfera de espejos colgada del espejo retrovisor central multiplica la luz espiritual y la dispersa en todas las direcciones, una estatuilla de plástico del Cristo Redentor aumenta las posibilidades de que le paguen con cambio, siempre y cuando esté mirando hacia el limpiaparabrisas derecho, si mira hacia el izquierdo, propicia conversaciones interesantes con el pasajero, si en el paragolpes hay un rotulado con la inscripción: Yani y Jhony, alude a un antiguo mantra chamánico que brindaba virilidad a quienes lo repetían, por último, los más comprometidos, ponen una fuentecilla de agua que circula constantemente sobre el tablero del automóvil para asegurar la clientela, lo que puede ser reforzado con un gatito que mueve el brazo duchándose en el dispositivo.
Feng Shui para todos.