miércoles, 23 de febrero de 2011

Los taxistas y los chinos.

El pasajero desprevenido puede pensar que todos los objetos que se encuentran dispuestos en la cabina de un taxista son sólo fruto de una aberración en el sentido de la estética o una malformación en la capacidad de asociar bártulos con cierta coherencia visual. Este inocente viajero desconoce que detrás de cada pieza se esconden miles de años de una sabiduría ancestral: el Feng Shui.
Algunos de los secretos revelados relatan lo siguiente: Una cinta con los colores de Boca Juniors enroscada en la palanca de cambio brinda al conductor paz interior, una esfera de espejos colgada del espejo retrovisor central multiplica la luz espiritual y la dispersa en todas las direcciones, una estatuilla de plástico del Cristo Redentor aumenta las posibilidades de que le paguen con cambio, siempre y cuando esté mirando hacia el limpiaparabrisas derecho, si mira hacia el izquierdo, propicia conversaciones interesantes con el pasajero, si en el paragolpes hay un rotulado con la inscripción: Yani y Jhony, alude a un antiguo mantra chamánico que brindaba virilidad a quienes lo repetían, por último, los más comprometidos, ponen una fuentecilla de agua que circula constantemente sobre el tablero del automóvil para asegurar la clientela, lo que puede ser reforzado con un gatito que mueve el brazo duchándose en el dispositivo.
Feng Shui para todos.

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