miércoles, 20 de abril de 2011

Microdancing

Atrás del paseador de perros y su manojo de canes dispares y disciplinados caminaba un callejero auténtico. Pelo corto de color indefinido, huesos sobresalientes, orejas grandes y mirada blanda. Seguía a la jauría instruida y caminaba a su ritmo, pero de su cuello entrecano no salía ninguna correa que lo conecte con el paseador. Claramente, se mostraba satisfecho de sentirse parte de la manada y aún habiendo nacido pulgoso, flaco y particularmente atractivo para recibir patadas, parecía no advertir que todas esos atributos también lo hacían invisible y libre, absolutamente libre.
Hoy tipo 7 pm, cuando escuchemos “Microdancing” tomando un Citric de pomelo, pensemos en nuestro propio cuello: ¿qué nos ata?

1 comentario: