viernes, 6 de marzo de 2009

El último.

No es el espíritu de este blog ser una bandera feminista, pero a raíz de algunos post, no pocas mujeres se han acercado a contarme sus experiencias decepcionantes con el sexo masculino y yo, cual Doctora del Corazón he recopilado con el fin de hallar un patrón de conducta. Los índices descubiertos son actitudes tan trilladas que hasta resulta aburrido enumerarlas , pero aunque las mujeres sepan cómo funcionan y cuáles pueden ser sus respuestas a ciertos estímulos, ellos evolucionan y siguen desarrollando adaptaciones que vuelven a sorprendernos.
Ya sabemos que son capaces de cancelar una cita para ir a jugar al fútbol, pero ¿la primera cita también?. Sí, inclusive la primera.
También sabemos que el efecto sorpresa para ellos es un área aún no descubierta, un espacio virgen en su experiencia. Son incapaces de estar atentos a las cosas que nos gustan y hacernos un regalo sorpresa para el cumpleaños, si es que nos regalan algo, si es que se acuerdan de nuestro cumpleaños. No es lo mismo que nos pidan que los acompañemos a elegir nuestro regalo, no señor, eso significa que no nos conocen lo suficiente y no son capaces de tomar una decisión acertada en nuestro nombre. Regalar algo equivocado tiene más valor que solicitar nuestro asesoramiento porque denota un mínimo esfuerzo por interpretar nuestros gustos. No importa si vienen con unos abridores de oro cuando jamás nos hicimos el agujerito en la oreja o si se aparecen con bombones después de comentarles de nuestra alergia mortal a los chocolates, importa el esfuerzo y como a focas de circo, hay que alentarlos y gratificarlos.
Las mujeres solemos tener un cerebro más rebuscado y podemos interpretar palabras o actos que para ellos, jamás tuvieron significado. Un episodio que nos puede llevar 2 horas de terapia, una reunión de urgencia con amigas, una tirada de cartas y una sesión de mesoterapia, cuando lo enfrentamos y decidimos hablarlo, él seguramente ya lo olvidó y después de la interrupción, seguirá mirando el partido como si nada.
También solemos premeditar hechos con la ilusión de hacerlos pensar determinada cosa. Por ejemplo, “hoy, en vez de llamarlo a las nueve, como quedamos, voy a llamarlo nueve y diez así no piensa que estoy entregada” o “directamente no lo llamo así me hago la interesante y me llama él”. No, no fantasiemos con que ellos “van a pensar” tal cosa porque hay una triste realidad: ellos no piensan, estas cosas lo único que logran es que pasemos toda la noche haciendo conjeturas cósmicas sobre porqué no llamó.
Como defensa de los herederos de Adán sólo puedo decir: no lo hacen con maldad, no están elaborando una estrategia para arruinarnos la vida, no existe entre ellos un complot para desilusionarnos día tras día, para decepcionarnos con sus olvidos, para desencantarnos con su indiferencia o para desalentarnos con su incomprensión. Simplemente, no se dan cuenta.
Dra. Amor, en su último post feminista.

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