domingo, 19 de abril de 2009

El hombre inspirado.

La voluntad del ser humano muchas veces encuentra fuerzas en expresiones artísticas, en actos heroicos, en calamidades burladas por el ingenio o la solidaridad o en el espíritu de aquel que sobrelleva una tortura con una sonrisa.
Las cosas más inesperadas pueden reverdecer nuestras esperanzas y hacernos encontrar un sentido a la existencia. Un mail con las fotos de un perro que camina en dos patas, superando con dignidad su falta de patas delanteras puede convertirse en una muestra de que la humanidad no está perdida, o al menos los canes no lo están. Esa sola cadena de mails nos puede hacer pensar: “la pucha que vale la pena estar vivo” y salir a la calle con cara de “se puede, loco, vamos”, mientras nos movemos con un rostro radiante que transparenta la fe en la humanidad, la confianza en el hombre, en el mismísimo creador de la cultura, en el sensible artífice de la música, el lenguaje y la escultura, este rostro hace que te choreen en el subte, pero esa sombra en el camino no hace más que iluminar la meta de que todos los hombres merecen ser elevados de la miseria y sus almas sensibles deben ser abrazadas por las emociones del arte, el atajo más efectivo hacia la grandeza del espíritu. Nada puede detener al que ha sido conmovido por el mail del perrito. Esa bravía de corazón será invencible, impenetrable, inquebrantable durante los 35 minutos que dura y nuestro héroe será capaz de resistir con una mueca de valor todas las afrentas que le depare el destino en ese lapso de tiempo. El hombre inspirado es el animal más temible, es el guardián más feroz de sus ideales y vela por sus sueños, como la leona guarda sus cachorros bajo su rugido. El hombre inspirado es la guadaña que abre paso en la oscuridad, es el viento que desgarra las nubes de la incertidumbre, es el pinche que perfora el brochette del sinsentido cósmico.
Si te llegó el mail del perrito, reenvialo.

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