jueves, 25 de marzo de 2010

Merengada, Opera y Vocación

Herberto es orientador vocacional. Se esmera en pronunciar la “h” de su nombre, pero por sobre todas las cosas se esfuerza por encontrar la actividad ideal para cada persona. Para esto utiliza un criterio muy particular: la percepción del tiempo.
Herberto ayuda a cada uno de los que acuden a consultarlo con un interrogatorio que indaga qué tipo de experiencias temporales son las que disfruta el inquieto interesado. Entonces comienza a relacionar modos de vivir el tiempo con actividades. De esta manera hace notar que el Paleontólogo cuenta de a millones de años, el oficinista tiene ciclos de 8 horas, el agricultor de 6 meses, el colectivero de hora y media, el panadero amanece de noche, el médico de urgencias y el publicista corren en contra de cada segundo, los científicos pueden mirar eternamente sus microscopios y el que trabaja en tecnología habita continuamente en el futuro.
La vida es un período de tiempo que no pasa igual para todos y las profesiones u oficios marcan un ritmo que nos predisponen con diferentes actitudes hacia la realidad, dice Herberto mientras revuelve los pelos blancos de la nuca de su gato.
Lo único que tenemos, agrega, es este tiempo que nos ha sido dado. Nadie sabe cuánto es, pero todos deberían saber como utilizarlo, cómo amasarlo día a día para crear nuestra existencia, para marcar nuestro propio compás en este paso por la Tierra.

1 comentario:

  1. Entre las distintas actividades q realicé de chica creo q la más extravagante fue la de intentar aprender a tocar el pinao. Extravagante no por su naturaleza, sino por mi condición de sorda o hipoacúsica, para ser mas exacta.
    Estas clases constaban, además de tocar el pianillo, de aprender a marcar los tiempos musicales a traves del estudio de la teoria y el solfeo.
    Asi aprendi con las manos a medir el ritmo del 2x4, 4x4, etc, en tiempos q parecen no ser humanos ni responder a lógica alguna. Mas uno se va acostumbrando y lentamente llena su vida de ritmo acompasados q no sabe q significan ni q utilidad le dará en el porvenir.
    Ahora ya no toco el piano, ni recuerdo el ajetreo de los ritmos, pero cuando subo al colectivo (los tiempos del colectivo se incluyen en el tiempo de cada vida), abro un libro, y descubro q cada autor, sea capote, tolstoi, garcia marquez o de quien se trate, tiene uno de esos ritmos,su personal escritura ritmica se prende en los ojos, te transporta y como una música llenan ese espacio propio y le imprimen una marca particular. Es entonces cuando olvidamos q somos sordos y emprendemos nuestro mas cercano encuentro con el silencio atemporal.

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