domingo, 21 de febrero de 2010

Un sueño

Estaba yo en una casa muy grande, con muchas habitaciones y resulta que vivía en una de ellas con mi amiga Anabel. Entré a nuestro cuarto, me senté en mi cama y me estaba por poner las zapatillas cuando noto que las que estaban ahí no coincidían con ningún modelo de zapatillas que tengo. De hecho, eran unas Ponys beige que jamás había visto en mi vida. Entonces comencé a sospechar y pregunté: “Ani, estas zapatillas existen?” Ella, dentro de la lógica del sueño me responde: “Sí, están ahí”. “Ya sé, pero me parece que no son reales”. Y allí comenzó la magia: “Ani-agregué-yo no vivo acá, vos tampoco y estas no son mis zapatillas, esto es un sueño!” Ella sonrió porque se dio cuenta de que era lo más divertido que nos podía pasar en el mundo: compartir un sueño, uno disparatado, sin culpas, sin consecuencias, sin espacio, sin tiempo. “Qué hacemos?” preguntó. Yo escruté la habitación, no había strippers, no estaba Brad Pitt cortándose las uñas, ni Ashton Kutcher haciendo tarea de matemática, pero vi una ventana que daba a la calle desde un piso 3 aproximadamente. “Saltemos como en Matrix!”
No dudamos ni un segundo en empezar a rebotar por los edificios, la adrenalina brotaba por los poros, nos reíamos como dos taradas hasta que de pronto encontramos un jardín de infantes vacío de infantes, pero lleno de muñecos de porcelana tan horribles que eso aumentó aún más el placer de hacerlos pedazos a patadas.
Un ruido ajeno a nuestros gritos y nuestra risa me empezó a tironear hacia fuera. No…no me quiero despertar! Traté de concentrarme en la situación, de ver con mayor claridad la escena del sueño, estaba haciendo un gran esfuerzo por aferrarme a lo que estaba pasando allí. Ani, paciente, me esperaba parada al lado mío y me pedía con la mirada que esto no termine así, que la diversión apenas empezaba.
Y Kato gritó. Porque no tenía comida, porque quería salir o porque sólo quería despertarme para que le haga mimos, pero gritó y su aullido fue como una abducción. Tardé en llegar. Habrá gritado 3 o 4 veces. Siempre me levanto para ver qué necesita, pero esta vez, no lo merecía y tuvo que esperar a que más tarde me despierte de cualquier otro sueño intrascendente para abrirle la ventana que da al balcón.

2 comentarios:

  1. Una vez pasé una situación similar. Pero cuando me di cuenta de que era un sueño y tenía la posibilidad de cambiar la realidad a mi antojo (y en efecto, pasé de estar en una playa glamorosa a volar sobre las montañas), ahí mismo me desperté.

    Fue el garrón más grande de mi vida.

    Me endulzaron con la posiblidad de hacer lo que quiera y me lo quitaron enseguida. Nunca más volví a soñar así. Será que , estadísticamente, tenemos uno o 2 de esos sueños en toda nuestra vida.

    ResponderEliminar
  2. q lindo sueñooo! porque yo no sueño cosas asi? si es como dice el post anterior me deben de quedar esos 2 sueños por soñar, o tal vez me tenga q pasar a lo tuyos para saber de q se trata! jaja besotes

    ResponderEliminar